jueves, 22 de agosto de 2013

Capítulo 1: Esto no es un vídeo-juego. (Primera parte).


*Narra Diana*

- ¡Álex! -Dije, saltando y levantando mi mano al aire para captar su atención en mitad del corredor del instituto.
- ¡Oh! ¡Diana! No te había visto... -Desvió la vista.
- ¿Álex...?
- Dime.
- ¿Por qué no me contaste nada sobre lo del beso?
- ¿Que beso?


- Vamos, ya sabes... El de Louis y tú. -Dije en un susurro.- A ver, me iba a acabar enterando sí o sí, Lou es mi mejor amigo, ¿Sabes?
- ¿Y quién en este mundo no lo sabe? -La campana sonó.- Será mejor que vayamos a clase.
- Sí... -Asentí.- ¿Cómo fue?
- Pues...A ver, me gustó. Me gustó mucho, pero eso no puede ser. Imagina que Niall o Eleanor se enteran. Acabaría sin novio.
- Y sin cabeza. -Nos paramos enfrente de una puerta que llevaba grabadas las letras que componían la palabra "Química".- Tranquila, yo no voy a contar nada. La quemadura...Está...¿Curada?
- Sí, curadísima.
- Me alegro y... Hay algo que no te he contado.
- Me lo contarás en clase, ahora vamos, ya han abierto la puerta. -Asentí.
- Bueno pues es que... Harry y yo...
- Harry y... ¿Qué habéis hecho? Como se entere Nicole... Es la persona más celosa después de mí del mundo.
- ¿Cómo que Nicole? Harry y ella...¿Están saliendo?
- Ay mi madre, Diana. Dime que no os habéis besado o... O lo habéis hecho o algo.
- ¡No! Por supuesto que no lo hemos hecho.
- Señoritas, ¿Quieren compartir algo con la clase?
- No, no lo siento.


Contestó Álex, ya que yo estaba en la nube nueve. Y seguí ahí durante toda la clase de ciencias. Ahora mismo se puede decir que la tabla periódica no era el tema principal en mi cabeza... Y al fin sonó la campana de nuevo, eso quería decir que por fin era la deseada hora de comer.
Recogí mis cosas lo más rápido que pude y salí disparada hacia las mesas del patio en las que solíamos sentarnos a tomar el almuerzo.

Al llegar allí me senté entre Niall y Zayn, con cara de malas pulgas.

- Hola, ¿Y esa cara? -Preguntó Liam.
- Hola... Nada, un mal día. -Conseguí sacar una sonrisa forzada. Mientras buscaba la bolsa de papel en la que tenía la comida.- ¿Dónde están Megan y Nicole?
- Se fueron a un viaje con sus padres. Una semana en la playa... Qué bien viven algunas. -Dijo Álex, sin ánimos.
- ¿Qué os pasa a las dos? -Dijo Louis, que estaba sentado con Eleanor.- ¿Os habéis peleado?
- ¡No! -Exclamó ella.- Estamos bien, es sólo que presiento que algo malo va a pasar.
- ¿Como qué? -Preguntó Niall. Obviamente Álex estaba pensando en el maldito beso. Álex suspiró y nos miramos.
- Mejor no quieras saberlo Nialler. -Dijo, con lo cual Niall se quedó sin habla, imaginando mil barbaridades que se le venían a la cabeza. Me miró nervioso, en busca de alguna pista, y yo solo sonreí haciéndolo relajarse un poco.
- Hola chicos. Siento llegar tarde. -Noté como alguien se sentaba a mi lado. Harry. Y ese alguien, no sólo se sentó a mi lado, también me besó la mejilla, sonriendo. Coloqué mi mano en su pecho y lo alejé de mí.


- No me toques. -Susurré.- ¿Sabéis? Creo que me voy a ir, esto... Yo... Tengo mucho trabajo y... Estaré en la biblioteca. -Recogí todo y me fui, caminando a paso rápido.
- ¡Diana! ¿Qué pasa? ¡Diana!
- No quiero hablar contigo. Eres un desgraciado y un cerdo. -Dije girándome, para encontrarme de bruces con Harry.
- ¿Se puede saber qué te pasa?
- ¿Creías que no me iba a enterar? No soy tan idiota.
- ¿Hablas de...?
- Sí. Hablo de Nicole. Y ahora, si me disculpas... No soy segundo plato de nadie.
- Lo siento...
- Lo siento no es suficiente a veces, Edward. -Dije, reflejando la furia en mis ojos. Y me fui.

Poco después sonó la campana de nuevo.

Vuelta a clases. Liam y Louis estaban en Matemáticas, Niall y Álex en Historia, Zayn y yo en Dibujo y Harry y Carolina en Ciencias.

Estábamos en mitad de la clase, cuando vimos como dos docenas de aviones del ejército cruzaban el cielo. Y de repente, "boom". El suelo tembló.
Empezaron a sonar las alarmas anti-incendios del instituto y todos miramos hacia todos lados, confundidos y asustados.


- Chicos, no salgáis de aquí hasta que yo no vuelva con... Algo que pueda decirnos qué ha pasado. -Dijo la anciana Marie-Anne, la profesora de dibujo. Abrió la puerta y giró sobre sus talones, aterrada.- Hay que salir de aquí, vamos.

Cerró la puerta tras ella y miró las ventanas, mientras el olor del humo negro que había tras la puerta de madera se fue apoderando del aula.
Zayn corrió hacia las ventanas, ágil y rápido. Abrió una, la desencajó y la apoyó contra la pared, y seguidos de él, unos cuantos chicos más hicieron lo mismo con el resto de ventanas.

La primera en salir fue la señora Marie-Anne, acompañada de Freddie, un chico alto y fuerte que siempre hacía los mejores trabajos de Informática.
Los demás salieron también, asustados. Zayn y yo nos quedamos solos.

- Tú primero. -Dije decidida, caminando hacia la puerta, mirando por la ventana y girando el pestillo, para dejarla abierta.
- ¿Qué vas a hacer?
- Sal, Zayn. Confía en mí, por favor.

Colocó un pie en el alfeizar de la ventana y agarró el marco metálico en el que encajaban las ventanas. Se impulsó, aún mirándome, y salió.


Corrí hacia la mesa de Tony, uno de los matones del instituto, y rebusqué en su mochila hasta encontrar una navaja envuelta en una funda de cuero negro y desgastado.
No sabía que me podía encontrar ahí fuera, y no iba a arriesgarme.

Al fin salí, repitiendo el proceso de Zayn, y salté hasta encontrar un bordillo de piedra que me permitía estar de pie contra la pared.
Caminé con cuidado y llegué a la esquina, agarré la tubería gris y me apoyé en el viejo castaño que se veía desde el baño de los chicos, alcancé la reja del tejado y trepé hasta llegar a este.

Todos los de mi clase y un par de cursos menores estaban allí. Parados, impactados.
La ciudad entera estaba en guerra. Había barcos rodeando el puerto, soldados haciendo guardia en el puente, casas ardiendo, aviones sobrevolando nuestras cabezas, y un campamento enorme que había formado el ejército en el recinto ferial, en el que los habitantes de la capital de Londres se alojaban en condiciones insalubres.

Había un puesto de comida, y de primeros auxilios, torres de vigilancia y tanques por todas partes.
Y lo más horroroso, había personas que habían perdido la vida, yaciendo en las calles.


Automáticamente mi mirada buscó mi casa.
Estaba en las afueras, era una granja; mi padre la había construido con mi abuelo. Habíamos trabajado en ella durante años, para encontrarla derrumbada.

Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Mientras agarraba la navaja con más fuerza, hundiendo mis uñas en el maloliente cuero negro.
Tan sólo quedaban los caballos y el tractor de mi padre, en el que solía montar de pequeña.

Un brazo rodeó mis hombros. Intenté dejar de llorar. Era Zayn.
Miré a mi alrededor, algunos estaban en el suelo, llorando, otros consolaban a los que lloraban, había gente que quería saltar los cuatro pisos de altura que nos separaban de tierra firme y por último, había gente que simplemente miraba, perdida.

Y con un ruido seco, de una pistola que resonó en el aire, y que hizo que mi piel se erizara, volví mi mirada a Zayn.


- Tenemos que irnos de aquí. -Dije seria y decidida.- Ya.
- ¿Y los demás?
- Ojalá estén bien, Zayn. Pero nosotros no lo estaremos si nos quedamos aquí. Los aviones nos verán, y vendrán a por nosotros. Además, el tejado no tardará mucho en hundirse, por el fuego.
- Tienes razón. Tenemos que irnos. Pero...
- Pero nada. Si vamos con todos ellos -Señalé a todos los que había en aquel tejado.- Nos cogerán .. Muy pronto.
- Está bien. -Dijo, no muy convencido.- ¿A dónde vamos?
- Abajo. A buscar a alguno de los nuestros.
- Diana, las llamas se han apoderado de todo eso.
- Me da igual, Zayn. Yo voy a bajar. Si no quieres... -Suspiré.- Me voy.

Deshice todo el camino que había recorrido hasta llegar allí, y me adentré al aula.
Abrí la puerta y la volví a cerrar. Fui hasta las perchas y cogí el pañuelo de Sarah, tapé mi boca y mi nariz con él y abrí la puerta de nuevo. Corrí por el pasillo, sin ver nada. El humo negro lo cubría todo.

Me agaché, y empecé a andar a gatas, para llegar al laboratorio de Ciencias, pero allí no encontré a nadie. Me levanté y corrí, atravesándo la habitación... Y chillé con todas mis fuerzas al encontrarme el cuerpo del señor McDonald en el suelo, intoxicado y muerto. Tenía que seguir adelante y olvidar eso.


Escuché ruidos en el pasillo y en ese momento el miedo se apoderó de mí. Gracias a Dios, era Zayn, que, alarmado por mi grito, bajó, al igual que mi ritmo cardíaco, que se relentizó al saber que era él.

-Las ventanas están abiertas. -Dijo.- Corre.

Corrimos hasta la ventana, y encontramos una cadena de chaquetas colgando de ella.
Bajamos con cuidado y por fin tocamos el suelo. Puse un mechón de mi pelo tras mi oreja.
Nos escondimos tras los contenedores y vimos gente en la cafetería.

- Es Carolina.
- ¿Eh?
- En la cafetería, he oído su voz.
- Está bien, vamos. -Corrimos de nuevo hasta la cafetería y nos vimos acorralados por algunos alumnos que se habían alarmado al ver que dos intrusos entraban allí.
- ¡Chicos! -Gritó Carol, y nos abrazó a la vez, fortísimo.
- ¿Qué estáis haciendo? -Pregunté.
- Preparando algunas mochilas. Llevamos comida, cuchillos y material de los botiquines. -Contestó Harry.
- ¿Adónde vais a ir?
- A cualquier sitio. -Dijo Carol.
- ¿Al campamento? -Los demás siguieron preparando cosas. Carolina y Harry se encogieron de hombros.- No sé vosotros, pero yo no pienso entrar ahí.
- ¿Y a dónde quieres ir?
- No lo sé. Pero no me voy a quedar de brazos cruzados. Primero, quiero saber que pasa, miraré cerca del puente, y luego... Buscaré algún refugio.
- ¿Tú sola? -Inquirió Harry.


Me dirigí a la cocina, busqué en los armarios y encontré una botella de ron. Cogí una botella de plástico y la llené de la bebida alcohólica, cogí también un cazo, el delantal de la cocinera y saqué un paquete de tabaco con un mechero de mi bolsillo.

- Sola o con alguien, ¿Quién sabe? Y, ¿A quién le importa? A mí no. Me da igual. Si voy a morir, moriré sabiendo que luché por lo que quería.
- ¿Qué vas a hacer? -Preguntó Carolina.
- Voy a quemar un coche.
- ¿¡Estás loca!? ¿Para que sepan que estamos aquí?
- Para traer a los soldados aquí y poder irnos sin vigilancia. Fácil. Provoco la explosión, me escondo, y mientras ellos corren hacia acá yo huyo en la dirección contraria.
- ¿Dónde has aprendido todo eso? -Preguntó Harry.
- Mi mejor amigo es un chico, he jugado a miles de vídeo juegos parecidos, no todos hemos estado saliendo con unas y con otras. -Le recriminé.- Pero... ¿Sabes qué, Harry? -Miré el cazo, que colgaba de mi mano.- Esto no es uno de ellos. -Sonreí, sin ganas.
Anudé el delantal al cazo, creando una especie de antorcha. Listo. Sólo tenía que impregnarlo en alcohol y prenderle fuego.


*Narra Liam*

Louis y yo. Sólo somos dos.
Han pasado dos días desde que empezó todo esto. Apenas puedo creerlo.
Me gusta pensar que todo esto es un sueño y que en cualquier momento despertaré.

Llevamos dos noches sin dormir. Necesitamos encontrar a alguien, y así poder hacer guardias, necesitamos dormir.

Aquel día salimos corriendo de allí. Y nos escondimos. Encontramos un pequeño local. Lee, un amigo de Louis, trabajaba allí, sus padres eran los dueños de aquel ex-restaurante chino.
Siempre lo habíamos visto limpiar aquellos cristales, atender aquellas mesas... Era un restaurante muy concurrido, y siempre había buena música y se respiraba un buen aire por allí.
Ahora estamos aquí, en la cocina. Por lo menos tenemos provisiones.

Queremos escapar, pero el puerto y el puente están vigilados, y las redes eléctricas están cortadas...

- Louis.
- ¿Sí?
- ¿ Queda algo de agua?
- No. ¿Y ahora qué? ¿Vamos al campamento?
- ¿Tan pronto nos vamos a rendir?
- Mejor estar encerrados y vivir a morir deshidratados.
- Tengo algo mejor pensado...
- Está bien, adelante. Prefiero perder un minuto en la vida a perder la vida en un minuto. ¿Qué pretendes?
- En la puerta del instituto hay unos cuatro soldados muertos. Sólo tenemos que llegar allí, coger sus armas y su ropa, vestirnos y ya. Seremos soldados.
- ¿Y si...?
- ¿Aceptas? -Se lo pensó.
- Acepto.


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