miércoles, 4 de septiembre de 2013

Capítulo 2: Maldita zorra. (Cap. 1, 2ª parte)


*Narra Álex*

Niall y yo estábamos juntos, en clase. En cuanto empezamos a oír los gritos que provenían de otras clases, salimos corriendo.
Nos importaba un carajo lo que estuviera pasando a nuestro alrededor, sólo pensamos en salvarnos a nosotros mismos. Realmente no podíamos hacer otra cosa más que correr, huir y rezar porque no pasara nada malo.

Y cuando llegamos a la calle, con el fuego pisándonos los talones, seguimos corriendo.
No teníamos ni idea de que pasaba, tan solo empezamos a oír tiros y corrimos aún más rápido, aún sabiendo que nuestras gargantas estaban secas y sin aire.

Nos escondimos en el portal de un edificio. Los cristales de éste estaban rotos.
Nos sentamos para recuperar el aliento y entonces vimos algunos soldados correr con sus armas cargadas, persiguiéndonos. Los habíamos despistado.

La calle estaba desierta, había coches volcados, incendiados, había manchas de sangre en la acera y los soldados lo vigilaban todo. Todo.

- Álex, quédate aquí, ¿Vale? Necesito saber qué está pasando, necesito buscar a los demás y saber si ellos están bien. Al menos necesitamos un arma, comida y agua...
- No Niall por Dios, no. No me dejes sola. Tengo mucho miedo, no se qué va a pasar ahora, y...
- Escúchame, Álex. Todo va a estar bien, ¿Vale? Y yo voy a estar aquí para protegerte. Tan sólo déjame echar un vistazo, no tardaré, ¿De acuerdo? -Asentí, intentando que las lágrimas no brotaran de mis ojos. Me levanté y lo acompañé hasta la acera de la calle. Me besó.- Te quiero, ¿Vale? -Asentí y lo besé.
- Te quiero, vuelve pronto. -Y marchó, corriendo, dejándome allí plantada, de espaldas a su destino.


Suspiré, y cuando decidí entrar de nuevo al portal, una silueta bastante conocida recorrió la calle, atravesándola delante de mí. En ese momento pensé que era un soldado, y el pánico volvió a mí, después de que Niall me calmara.

Pocos segundos después mi cerebro empezó a trabajar, haciendo plantearme la idea de correr, pero allí estaba yo, parada como un pasmarote.
Pude reconocer esa camiseta... Sí, definitivamente era una camiseta de Louis, pero no me fijé en nada más, tan solo en que la persona que había corrido era un chica, supongo que Diana, pero ya no estaba dentro de mi campo de visión.

Un minuto más tarde, o más bien, lo que me pareció un siglo, pude contemplar como una bola de fuego  se formaba en el sitio en el que había desaparecido la chica.
Había fuego, fuego, y más fuego por todas partes, el coche saltó por la explosión y yo caí al suelo. Me levanté y empecé a correr, llorando, pensando que esa chica, la cual creía que era Diana, había muerto tras aquella llamarada.

Escuché como alguien corría detrás de mí, así que me paré, pensando que Niall ya había regresado y estaba aquí, para protegerme y calmarme una vez más pero entonces un brazo apretó muy fuerte mi cintura, y otro tapó mi boca, y mis pies salieron despegados del suelo.
Aquel individuo iba vestido de negro, lo sabía, porque sus brazos estaban recubiertos con un uniforme bien preparado, duro y con la bandera de Irlanda bordada. ¿Me habían capturado? No quería ni imaginármelo.


Empecé a patalear y a patalear, intentando soltarme de su agarre, en vano, y sin fuerzas. Mi cuerpo golpeó el suelo, e intentando hacer mi último esfuerzo, intenté caminar a gatas, para después levantarme, pero mientras empezaba este proceso un pie golpeó fuertemente mi espalda, haciéndome caer de nuevo.
Comencé a llorar nuevamente, y noté como unas manos ásperas cogían mis muñecas y las ataban, mientras mis tobillos pasaban por la misma situación. Grité, pero nadie me hizo caso, no había nadie para salvarme, estaba allí, amordazada, inmóvil y todo por una estúpida explosión.

Cerré mis ojos y me cogieron de nuevo, tirándome ahora al maletero de una furgoneta negra. Y el motor arrancó, mientras cerraban la puerta del altillo*.
Cuando por fin se abrió de nuevo, me cargaron, y atravesamos las puertas de una valla metálica.

- ¡Alejandra! ¡Alejandra! -Reconocí la voz de mi madre al instante, y la miré esperanzada. Algunos hombres la cogieron de los brazos, para que no pudiera avanzar, y yo grité para evitar lo que pasaría a continuación. La pegaron, la lanzaron contra el suelo y sucedió. Una bala atravesó la cabeza de mi madre, dejando allí, yaciendo en el suelo, un cuerpo sin vida, un corazón sin alma.

Las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo, y me llevaron bajo una carpa blanca, en donde acampaban los soldados. Me ataron a una silla y allí estuve durante horas, hasta que, cuando me estaba quedando dormida, un sonido muy fuerte, como de maquinaria muy pesada, me hizo ponerme alerta de nuevo.
Unos cuantos soldados salieron, y volvieron acompañando a otros dos, que para mi sorpresa, eran Louis y Liam.

- ¡Dios mío! -Grité.
- ¿Qué pasa? -Dijo un hombre fortachón, con la voz grave y severa.
- Nada, nada. Lo siento.
- Dejad a esta perra aquí. Mañana hablaremos con ella.
- Ahora vamos, Brian. Nosotros nos encargamos de ella. -Gritó Louis. -Una vez que se fueron me miraron.
- No puedo creer que estéis bien, ¿Qué habéis hecho?
- Liam tuvo la idea de hacernos pasar por soldados.
- Escucha, Álex, no podemos dejarte ir, pero nosotros nos encargaremos de cuidarte, ¿Vale?
- Liam, si os pillan os... Os matarán.
- No, Álex, no te preocupes por eso, ¿De acuerdo? -Asentí.
- Cuidaos mucho, por favor.
- Lo haremos. -Me sonrió Louis, que me abrazó, seguido de Liam.

*Narra Zayn*

- Así que tienes un plan... -Dije.
- Claro que lo tengo, mi cabeza funciona rápido. -No podía entender como esta chica podía ser tan creída a veces.


- Bien, pues cuéntalo. -Continuó Carolina.
- Está bien. Ahí arriba hemos visto que su punto fuerte son el puerto del río y el puente que comunica las dos mitades de Londres, ¿Cierto? -Asentí.- Con lo cual, vamos a hacerles daño donde más les duela. He pensado en despistarlos constantemente y que cuando menos se lo esperen, sus más queridos accesos a la ciudad vuelen por los aires. Es simple. ¿Me vais a ayudar?
- Sinceramente no creo que lo consigas. Es muy peligroso. -Afirmó Carolina.
- Está bien. En ese caso, si ya habéis terminado de coger todas esas cosas...
- Espera. -La interrumpió Harry, agarrando su brazo para detenerla.- No puedes ir por ahí tu sola.
- Te dije que no me tocaras. -Susurró ella, cabizbaja.- No porque esté pasando todo esto voy a olvidar lo que has hecho, ¿Entiendes?
- Eh, eh, Diana. -La interrumpí, de nuevo.- Él tiene razón. Si vas tu sola, te matarán. Tenemos que dividirnos.
- Genial,  entonces. Yo con Carolina. ¿Eso es correcto? Estaríamos divididos.
- No, no es correcto. Lo mejor sería que tu fueses con... -Señalé a Harry con mi mano.- Harry. -Terminé.
- Oh, así que vas a ser tan machista que vas a obligarme a ir con un tío porque crees que las chicas no nos sabemos defender, ¿Cierto?
- No, Diana, yo no he dicho eso. -Me estaba empezando a sacar de mis casillas.
- Oh, no, claro que no lo has dicho, lo has insinuado, que es peor. Creías que iba a ser tan estúpida de no darme cuenta. -Salió a paso firme de allí y poco después el suelo tembló, y oímos la explosión.
- Mierda. -Grité.- ¿Cómo puede ser tan perra a veces?
- Hay que salir de aquí. -Chilló Carolina. Agarré su mano y salimos corriendo, ya que Harry había salido corriendo detrás de Diana.


Carolina y yo corrimos más que nunca, y conseguimos llegar a una casa que estaba vacía y seguía en pie.

 - ¿Estás bien? -Pregunté.
- Sí. -Asintió y me abrazo. Cuando se apartó vi que estaba llorando.
- Hey, hey. Estoy aquí. Contigo. Y no te voy a dejar, ¿Vale?
- Promételo.
- Lo prometo. Habían pasado ya dos días y habíamos aguantado con las provisiones que habíamos cogido en la cafetería, y otras cosas que había en aquella casa.
 - Carolina.
 - ¿Sí?
- Creo que deberíamos salir... A ver que está pasando.
- Estoy de acuerdo. Necesitamos huir, aquí no estamos a salvo.
- Escúchame. Iremos juntos, pero si pasa cualquier cosa... Corre. Corre y grita.
- Está bien. No te preocupes. -Me besó.- Pero deberíamos quedarnos aquí y descansar esta noche.
 - De acuerdo.


 Me desperté de madrugada. Eran las cuatro y media y mi sueño no se prolongaría mucho más si volviera a acostarme en aquel sofá de piel manchada de café matutino.

 - ¿Zayn?
- Sí, soy yo. No te preocupes.

Me levanté y miré por la ventana través de esas cortinas de varillas de oficina. El sol acechaba en salir por la línea del horizonte.
Empecé a pensar en todo aquello que había pasado. Hace 72 horas éramos adolescentes normales, con vidas normales. Pero ya no. Ahora, éramos guerreros.
Pensé también en lo que había pasado en la cafetería... Si esa estúpida de Diana no hubiera salido corriendo después de ese argumento tan absurdo, seguro que habríamos podido idear un plan efectivo, en el que pudiéramos participar todos.
No me importan sus problemas de pareja. Prefiero salvar mi culo antes que eso.
Maldita zorra...


Un par de horas después, cuando mis párpados todavía no habían conseguido unirse más de cuatro horas esta noche, Carolina empezó a revolverse en sus mantas. Me acerqué a donde estaba ella, en un sillón rosa palo, me senté en el reposa-brazos y le acaricié el pelo, y lentamente, abrió los ojos y me miró.

- Deberíamos irnos. -Dijo.
- Deberíamos.

Fuimos a la cocina y agarramos un par de piezas de fruta. Ella eligió una manzana y yo una naranja.

- ¿Estás nervioso? -Asentí, y ella me abrazó.- Todo va a estar bien.
- Sí. -Suspiré, terminando de comer el cítrico.- ¿Lista?
- Lista. Aunque... Realmente, ¿Qué se supone que debemos hacer?
- Vivir el presente. -Agarré su mano y la conduje hasta el recibidor de aquella casa.- Te quiero. -La besé, y ella no tardó en corresponderme. Nos separamos con la respiración agitada y salimos corriendo de allí.

Altillo*: Sinónimo de maletero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario